A los veintisiete años publicó su primera novela, La hojarasca,
en la que ya apuntaba los rasgos más característicos de su obra de
ficción, llena de desbordante fantasía. A partir de esta primera obra,
su narrativa entroncó con la tradición literaria hispanoamericana, al
tiempo que hallaba en algunos creadores estadounidenses, sobre todo en
William Faulkner, nuevas fórmulas expresivas.
Comprometido
con los movimientos de izquierda, Gabriel García Márquez siguió de
cerca la insurrección guerrillera cubana hasta su triunfo en 1959. Amigo
de Fidel Castro, participó por entonces en la fundación de Prensa
Latina, la agencia de noticias de Cuba. Tras la publicación de dos
nuevos libros de ficción, en 1965 fue galardonado en su país con el
Premio Nacional.
Sólo dos años después, y al cabo de
no pocas vicisitudes con diversos editores, García Márquez logró que
una editorial argentina le publicase la que constituye su obra maestra y
una de las novelas más importantes de la literatura universal del siglo
XX, Cien años de soledad.
La obra, en la que trabajó más de veinte años,
recrea a través de la saga familiar de los Buendía la peripecia
histórica de Macondo, pueblo imaginario que es el trasunto de su propio
pueblo natal y, al mismo tiempo, de su país y su continente. De perfecta
estructura circular, el relato alza un mundo propio, recreación mítica
del mundo real de Latinoamérica, de un modo que ha venido a llamarse
«realismo mágico» por el encuentro constante de elementos realistas con
apariciones y circunstancias fantasiosas. Esta fórmula narrativa
entronca con la tradición literaria latinoamericana, iniciada con las
crónicas de los conquistadores, plagadas también de leyendas y elementos
sobrenaturales originados por el profundo choque entre el mundo
conocido y la cultura de los españoles que emigraban y la exuberante y
extraña presencia del continente latinoamericano
Tras una temporada en París, en 1969 se instaló en
Barcelona, donde entabló amistad con intelectuales españoles, como
Carlos Barral, y sudamericanos, como Vargas Llosa. Su estancia allí fue
decisiva para la concreción de lo que se conoció como el boom de la literatura hispanoamericana, del que fue uno de sus mayores representantes.
En 1972 Gabriel García Márquez obtuvo el Premio
Internacional de Novela Rómulo Gallegos, y pocos años más tarde regresó a
América Latina para residir alternativamente en Cartagena de Indias y
Ciudad de México, debido sobre todo a la inestabilidad política de su
país.
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